viernes, 5 de febrero de 2010

Una multisiniestra historia. Noticias del Trópico 27

NOTICIAS DEL TRÓPICO
El newsletter de Lorenzia, año 7, núm. 27, 1º de diciembre, 2005.

Una multisiniestra historia

Celebramos un día internacional más de la lucha contra el VIH/SIDA. El panorama es bastante desolador, las cifras hablan de más casos, de más personas infectadas, de más muertes, de más huérfanos. Pero no les hablaré de esta faceta de la pandemia, sino de una historia de horror en medio del horror que de por sí es la plaga del VIH/SIDA.

No se si calificarla de ciencia ficción, de novela de terror o de ambas. Y me quedaría corta, porque lo peor de esta multisiniestra historia es que no es producto de la febril imaginación de un discípulo mentalmente perturbado de H.P. Lovecraft, sino que se trata de realidades documentadas y comprobables. Me refiero a una de las teorías más polémicas que existen hoy en día acerca de los orígenes de este síndrome y del virus de inmunodeficiencia humana que lo produce.

En su libro “El río”, basado en 10 años de investigaciones, el periodista británico y corresponsal de la BBC, Edward Hooper, afirma que el VIH “brincó” de los simios a los seres humanos tras la aplicación masiva de las primeras vacunas orales de polio en África a finales de los cincuentas. Aún hoy en día, el virus de polio debilitado se cultiva y se prepara en una base hecha de tejido vivo de primate, y como resultado de ello, cada vacuna contiene no solamente dicho virus, sino cualquier otro que pudiera estar presente en ese tejido.

Hooper contiende que una vacuna oral experimental, llamada CHAT y desarrollada por el médico polaco Hilary Koprowski en el Instituto Wistar de Filadelfia en la década de los cincuentas, dio inicio a la pandemia del SIDA al introducir el virus de inmunodeficiencia simia (VIS), proveniente de un chimpancé común, en millones de habitantes del Congo Belga (hoy República Democrática del Congo) y del protectorado Ruanda-Urundi (hoy Ruanda y Burundi), países que representan en la actualidad el epicentro del grupo M del VIH. Así, el SIDA podría ser una más de las lacras de nuestro mundo producidas por un error humano, y no solo eso, sino por la propia mano del establecimiento médico occidental.

Ante estas acusaciones, la comunidad científica cerró filas. Descalificaron a Hooper por ser periodista; no le dieron voz en una reunión que organizó la Real Academia para revisar el tema; negaron haber participado en la investigación, producción y aplicación de vacunas en el Congo; negaron haber experimentado con chimpancés; lo negaron todo. Sin embargo, un documental producido recientemente en la Unión Europea y Canadá sugiere, a través de fotos, filmes, documentos y entrevistas, que la hipótesis de Hooper sobre los orígenes del SIDA podría no estar tan equivocada. Ahí están las imágenes incontrovertibles de los colaboradores de Koprowski, los documentos firmados por ellos, los testimonios de quienes trabajaron bajo sus órdenes.
El Laboratorio Médico de Stanleyville, donde se probó la efectividad y seguridad de las vacunas experimentales CHAT y se coordinaron las primeras campañas de vacunación, estaba situado cerca del Campo Lindi, donde se sacrificaron a más de 500 chimpancés entre 1956 y 1960. 400 de estos primates fueron operados vivos y sin anestesia para arrancarles el hígado, riñones y sangre utilizados en la obtención del tejido base. Lo que es más, la vacuna CHAT se administró de manera forzada y obligatoria al menos a un millón de africanos colonizados, convirtiéndolos así en perfectos conejillos de indias.

A pesar de las enfáticas protestas de Koprowski y sus colegas, la evidencia apunta a que la teoría de Hooper es al menos plausible y debe ser investigada más a fondo. Es innegable el beneficio que ha reportado a la humanidad la vacuna antipolio, pero el error fatal de no haber analizado los sueros experimentales en busca de virus potencialmente letales, debe servir a la comunidad científica y médica para que no se vuelva a repetir. Y a nosotros, para cuestionarnos y cuestionarle sin tregua a dicha comunidad científica sus procedimientos, métodos y valores. El fin definitivamente no justifica los medios.

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