sábado, 31 de diciembre de 2011

Moushka (1990-2011) Noticias del Trópico N° 55

El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 55, 31 de diciembre, 2011.
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Moushka (1990-2011)

No son mías todas estas palabras, pero valen igual frente a la soledad y la nostalgia. Ni siquiera pude en su momento recurrir a los resquicios de escribir, siempre refugio y escape, siempre catarsis, asimilación y proceso. Sólo agradezco a la Diosa tantos mundos, tanto espacio y coincidir. Tú y yo coincidimos y durante 21 años fuimos amigas con A de Amor incondicional. El duelo es por mí misma, por esa parte tan pura, ilimitada y total que se murió también. Por el vacío. Me duele la vida, mi Negrita querida, lo que fue y no será jamás. Me duele tu ausencia y mi ausencia. Al mismo tiempo estás en todo y en mí, y ahora, casi tres meses después, puedo sonreír pensando en ti. Soy feliz, soy una mujer feliz, y quiero que me perdonen, por este día, los muertos, de mi felicidad.

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remota que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres la dueña
de un ámbito cerrado como un sueño.

Jorge Luis Borges
A un gato

miércoles, 21 de diciembre de 2011

2012 y la esperanza. Noticias del Trópico N° 54

El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 54, 21 de diciembre, 2011.
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2012 y la esperanza

Que el mundo no se va a acabar exactamente dentro de un año, es un hecho. Y que los mayas nunca lo han revelado así, también. Eso solamente lo pregonan Hollywood, algunos autores de novelas sensacionalistas y uno que otro despistado. Si contáramos las veces que la humanidad ha creído que llegaba a su fin, necesitaríamos mucho espacio, tinta y paciencia.

Los mayas más que nadie deben estarse pitorreando de tales nociones. Ellos sí que vivieron colapsos, pero no desaparecieron y menos misteriosamente. El “colapso” del Clásico, pese a que la palabra suena a algo ocurrido repentinamente, tardó unos 150 años en desenvolverse. Entre sus causas se teoriza acerca de guerras intestinas y dinastías masacradas, pero también azotes de la naturaleza en la forma de sequías, e incluso un desastre ecológico provocado por los propios mayas al acabar con las selvas en aras de la construcción y decoración de sus palacios y templos. Sin embargo sobrevivieron para fundar algunos de los sitios más emblemáticos de la costa quintanarroense y beliceña. Tan sobrevivieron que brincaron otro colapso aún mayor: el de su cultura en aras de la europea. Con todo, siguen aquí y siguen siendo mayas.

Ahora bien, que en los tiempos que corren una era esté terminando y otra ya esté comenzando, de eso no me cabe la menor duda. Que estamos viviendo una debacle es algo que leemos cotidianamente en los periódicos, vemos en los noticieros, nos llega vía redes sociales y atestiguamos a la vuelta de la esquina. Pero el colapso o cierre de esta era ya empezó hace mucho (¿se acuerdan de los hippies de los sesentas y la era de Acuario?) y ahora estamos en plena turbulencia. ¿Cuándo antes habría manifestaciones de inconformidad en Wall Street, cuándo caerían gobiernos por efectos de algo tan aparentemente inconsecuente como Facebook y Twiter, cuándo se había visto que estudiantes de Harvard protestaran porque no se les enseña más que las bondades de un sistema capitalista que, dicho sea de paso, también se tambalea? ¿Cuándo habíamos vivido en México este estado de sitio no ya colombianizado sino africanizado, donde unas tribus se comen a otras y entre todas devoran al país? La catástrofe ecológica ya está en puertas y, como diría Joaquín Sabina, los fabricantes de estampitas hacen su agosto en el supermercado de la espiritualidad. Y si no que lo digan los más de 7 millones de peregrinos cuyas únicas esperanzas parecen estar cifradas en Guadalupe-Tonantzin.

Esperanza. Una palabra que tiene un sonido especial. Hasta sabe bien articularla, aunque no sepamos muy bien qué signifique realmente en medio del caos que nos rodea. Hoy la escuché muchas veces. Es más, estuve en el Santuario de la Esperanza y con orgullo participé en una ceremonia cuyos verdaderos efectos no se percibirán sino hasta dentro de 53 años.

El libro que Antonio Higuera y yo escribimos para el Colegio de México y que recién nos publicó el Fondo de Cultura Económica, Quintana Roo Historia Breve, fue escogido para formar parte de los mensajes y objetos representativos de nuestra época, que serán sellados al alto vacío y enterrados en dicho santuario, y que nos revelarán tal como somos en estos momentos ante los, supongo, azorados ojos de quienes hoy ni siquiera han nacido, la generación que viva en estos lares en el año 2064. Además de nuestro libro, se incluyeron Cancún, fantasía de banqueros y otros más acerca de las lacras de explotación infantil y su prevención, el desarrollo de Cancún, los planes a futuro de Quintana Roo. También entraron a la cápsula del tiempo un celular y un USB, el emblema de la Cruz Roja, información de Amigos de Sian Ka’an sobre recursos naturales, fotos de Cozumel y Tulum, fotos del primer nacimiento del día, que resultó ser una niña, y otros objetos más. Cabe aclarar que los organizadores consultaron con ejecutivos de Apple para ver si podían dejar un iPad o un iPhone, pero la empresa no garantizó su funcionamiento después de 5 años…

Se nos pidió a los asistentes que lleváramos un mensaje, fotos, lo que quisiéramos depositar para ser abierto y revelado dentro de exactamente 53 años, y nos tomaron una foto a cada quien para ser incluida con todos nuestros documentos en un sobre rotulado y sellado. Yo incluí fotos de mis sobrin@s, sobrin@s-niet@s, de mi hermano y de mis hermanas del alma, así como un mensaje breve. También se nos dio una invitación para que un pariente nuestro esté presente en la señalada fecha de apertura de la cápsula del tiempo: 21 de diciembre del 2064. Mi invitación es para Martín Quintero Careaga, el representante más joven de nuestra familia. Y hablando de esperanzas, espero que pueda estar presente, a sus cincuenta y pico de años, en ese día. Espero que el Santuario de la Esperanza todavía exista, aunque con mucha previsión, los organizadores incluyeron en la invitación las coordenadas que permitirán ubicar el lugar: 20°50’.18’’ de Latitud Norte, 86°54’.29’’ de Longitud Oeste, es decir, en los extrarradios de Puerto Morelos.

¿Cómo será la vida en el Quintana Roo del 2064? ¿En qué derroteros andará México? ¿Cómo será Martín? ¿Cómo habrá transcurrido su primer medio siglo de vida? Aquí es donde más se hace necesaria y presente la palabra “esperanza”, porque no se puede mirar al futuro sin al menos unos cuantos gramos de esa preciosa sustancia. Hoy al menos nos metimos una buena sobredosis de ella.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Conozco a una mujer (en memoria de las Mariposas) Noticias del Trópico N° 53

NOTICIAS DEL TRÓPICO
El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 53, 28 de noviembre, 2011.
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Conozco a una mujer (en memoria de las Mariposas)

Conozco a una mujer nacida en Las Lomas, otra en la colonia Doctores, otra en Acapulco, otra en Caborca, otra en Mérida, otra en Tuxpan, otra en San Cristóbal, otra en el barrio de San Andrés Mixquic, otra en Los Mochis, otra en una hacienda de Morelos, otra en una ranchería sin nombre.

Conozco a una mujer cuyo marido, borracho de alcohol y de celos, la amenazó con romperle una botella de tequila en la cara.
Conozco a una mujer cuyo novio no la baja de estúpida e incompetente frente a propios y extraños.
Conozco a una mujer que, tras de haber sido hostilizada verbal y físicamente durante años, cuando finalmente le dijo al marido que se iba, éste, loco de rabia e impotencia, la mató de un tiro y luego se metió otro en la sien, dejando huérfanos a 3 niños.
Conozco a una mujer cuyo socio en el trabajo y amante en la cama la humilla, la patea y luego se la coge a la fuerza.
Conozco a una mujer cuyo marido se la robó a los 14 años y a punta de pistola forzó a sus padres a consentir el casamiento; que fue como su esclava durante los siguientes 40 años y que ahora, como una autómata, se pregunta si lo odia o no.
Conozco a una mujer cuyo marido la callaba y la avergonzaba en público porque era más inteligente que él.
Conozco a una mujer a quien su marido, en accesos de cólera y celos, la envilecía y le desgarraba la ropa delante de sus 4 hijos, cosa que ella aguantó paciente hasta enviudar.
Conozco a una mujer de 60 años, cuyo marido alcoholizado la golpea hasta dejarla tirada en el suelo inconsciente.
Conozco a una mujer cuyo marido la amenaza con quitarle a sus 3 hijos si se le ocurre abandonarlo.
Conozco a una mujer forzada por su familia a casarse a los 16 años con un desconocido y que cuando finalmente lo abandonó, se quedó en la calle porque hasta sus propios bienes y herencia familiar estaban a nombre de él.
Conozco a una mujer cuyo marido, enfermo de celos, la marcó con sus iniciales en las nalgas como a una res.

Conozco a una enfermera y a un médico, a una licenciada en administración de empresas y a un comerciante, a un ama de casa y a un albañil, a una pianista y a un dentista, a una empresaria y a un abogado, a una socióloga y a un publicista, a una secretaria y a un chofer, a una maestra de secundaria y a un biólogo, a una intendente de limpieza y a un herrero, a una escritora y a un director de un instituto, a una hija de familia y a un político en ciernes.

Y me pregunto, cuando veo a hombres y mujeres caminando por la calle, haciendo cola en el supermercado, entrando al cine, esperando el autobús, brindando en un bar, paseando por el parque, corriendo bajo la lluvia, cuántos de ellos le han dado un empujón, un golpe, una cachetada, una patada, un puñetazo a su pareja; cuántos de ellos han utilizado una botella, un palo, un zapato, una toalla mojada, un bat, un cinturón; cuántos de ellos han insultado, humillado, encerrado, prohibido, amenazado, herido, violado a su mujer; cuántas de ellas esperan, perdonan, aguantan, se culpan, se paralizan, huyen, son encontradas, murieron en el intento o lograron liberarse.

Me pregunto a mí misma, porque conozco mi historia.
Conozco a la mujer que fui.
Conozco a esta mujer que ahora soy.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Loki (1998-2011). Noticias del Trópico N° 52

El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 52, 24 de septiembre, 2011.
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Loki (1998-2011)

"El astuto", "El transformista", "Viajero del cielo" y "Mago de las mentiras" son algunos de los nombres con los que se conocía a este dios escandinavo tramposo, burlón y embustero, que hacía diabluras entre deidades y seres humanos por igual. Dice la Wikipedia que “el personaje del timador es de naturaleza compleja, es un maestro del engaño. Loki fue una figura de atenuada maldad, una suerte de estafador entre los dioses. En algunas oportunidades con sus trampas, engaños o bromas molestaba o ponía en apuros a los dioses y luego los ayudaba”.

Y es que Loki, si bien constituía un problema y una fuente de preocupaciones y disgustos para los habitantes del Olimpo nórdico (entre otras cosas, engendró a la serpiente de Midgard y a Fenrir, el lobo gigante destinado a engullir a Odín en el Ragnarök, la batalla del apocalipsis), también los proveía de objetos mágicos y herramientas poderosas para hacer el bien, como aquel martillo famoso de Thor. Loki, con todo y que desencadenaría el wagneriano ocaso de los dioses y del universo, también proveería de estrategias para superarlo.

A diferencia de su homónimo, Loki Careaga fue en vida amistoso, fiel, inocente, leal, alegre, tierno y esencialmente bueno. Era en extremo sociable, tanto con la especie canis, como con la homo sapiens, aun cuando le mordiera la mano a un tipo que se pasó de la raya. Y bien hecho, por cierto, pues no hizo más que cumplir con sus responsabilidades de protector y guardián. Cuando vivíamos en Chetumal, era bien conocido de todos los niños y niñas de la cuadra, quienes a su paso al kínder que estaba a la vuelta, siempre se paraban a saludarlo y acariciarle la cabeza. De hecho, yo era “la señora que vive en la casa de Loki”. Recién mudados a Cancún, ante su tristeza y nostalgia, lo llevé a Chetumal un fin de semana para que se despidiera de su jardín y entendiera que ya no regresaríamos. Eso y las fiestas que le hizo Motita cuando retornamos a Cancún, lo reanimaron.

Que era travieso, no cabe duda. Mordía las plantas y se comía las flores. Siempre atento a la menor oportunidad, si lograba traspasar la reja, salía disparado y había que correr tras él. Loki no entendía nada de obediencia, nunca logré que me hiciera el menor caso cuando se le metía una idea en la cabeza. Pero ¡ah, cómo disfrutaba salir a pasear y asomarse por la ventanilla del coche! Nada más me veía agarrar la correa, se precipitaba a la puerta emocionado y lleno de energía. Aunque era bastante silencioso y casi no ladraba, últimamente le había dado por aullarle a algo indefinido en el cielo, quizá a Loki, el volcán más poderoso del sistema solar, en la de por sí volcánica Ío. Quizá se estaba despidiendo.

Anubis, Cerbero, Xólotl, Garm… No hay mitología que no haya asociado a los canes con tres cosas: la muerte, el inframundo y la función de guía/acompañante de los seres humanos en su tránsito por la noche del alma. Loki sabe ahora todo acerca de la muerte, y si existe un paraíso perruno, estoy segura de que ya retoza en él. Nunca sería amenazador como guardián de las puertas del Averno, pues su nobleza trascendería hasta esa condición. Y no puedo pensar en alguien mejor que Loki para acompañarme y guiarme cuando me toque emprender el camino por el que él ya se adelantó.

Gracias, mi Loki, por tu compañía, tu amor y la alegría con la que llenaste mi vida durante poco más de trece años.

Epílogo tardío. Noticias del Trópico N° 51

El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 51, 4 de julio, 2011.
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Epílogo tardío

Hace justo dos meses que regresé del Camino. Parecía que Galicia no quería dejarnos ir. Perdimos el avión de Madrid a Cancún por la tremenda neblina con que amaneció el día en que debíamos dejar Santiago de Compostela. Luego nos tocó hacer un rodeo y una escala de horas en el DF antes de llegar a casa. Durante las siguientes dos semanas, soñé cada noche con el Camino. Me sentía rara, triste y contenta a la vez, muy estimulada pero distraída, con ganas de seguir andando sin parar.

Alcanzar el Finisterre después de caminar más de doscientos kilómetros y de la jubilosa llegada a Compostela fue ciertamente un cierre. Físico, aunque quizá no anímico. Llegar a la Costa de la Muerte, ver el fin de la tierra y nada más allá que las aguas bravías del Atlántico, es bastante impresionante. No se siente como un final, sin embargo, sino como un alto forzado en el Camino. El mensaje es claro: Non Plus Ultra. Al menos, no a pie.

Antes de nuestro regreso pasamos unos días formidables en Santiago y La Coruña. Nos alcanzaron mis queridísimos amigos de Barcelona, Marga y Paco, y con ellos me fui a recorrer – caminando, claro está – los alrededores de la ciudad, mientras Addy viajaba a Betanzos, la tierra de sus ancestros maternos.

El recorrido de Santiago extramuros, que nos tomó todo el día, es una belleza de parques, jardines, colinas, calles empedradas y edificios medievales. Hay que quitarse el sombrero ante lo bien que están organizados los españoles – en este caso los gallegos – para recibir al turismo. Todo está perfectamente señalizado, con sugerencias de recorridos según los gustos del visitante, además de que hay centros de información turística por todos lados. Nunca perdimos de vista las torres de la Catedral a lo lejos, que nos servía de guía y punto de referencia.

Visitamos varios campus de la universidad, en uno de los cuales se encuentra un auditorio impresionante, cuya fachada está hecha de enormes bloques de granito en un diseño irregular, como si hubieran caído del cielo. También llegamos hasta el Monasterio de Bevis y tuvimos la suerte de entrar en la Colexiata de Santa María de Sar en el momento en que se preparaban para una boda, y un trío de mujeres, una al órgano, otra al violín y la tercera con una voz increíble, ensayaban para el evento. Se trata de una iglesia curiosa, cuyas paredes están completamente inclinadas hacia afuera y enormes contrafuertes exteriores constituyen el único impedimento para que se venga abajo. Nunca me había puesto a pensar en cuántas iglesias y catedrales se habrán caído por malos cálculos y terrenos cenagosos. Las catedrales góticas y románicas maravillosas que vemos en pie son las sobrevivientes de muchos otros intentos fallidos. En total contrate, conocimos la monumental Ciudad de la Cultura, un complejo colosal de vidrio y concreto en la cima de uno de los montes que rodean Santiago, y que alberga, por el momento, la Biblioteca y el Archivo de Galicia. Cuando lo terminen, de aquí a varios años, tendrá auditorios, salas de exposiciones, museos, salas de conciertos y de cine, y un sinfín de espacios más, todos dedicados a la cultura y las artes.

Para irnos a La Coruña, Paco rentó un coche y Addy se unió a la aventura. La Coruña es uno de los principales puertos de Galicia y de España. Su highlight es la Torre de Hércules, un faro visible desde cualquier punto de la ciudad, en lo alto de una colina. A su alrededor hay un enorme parque con diversas zonas de esculturas, lleno de caminantes, corredores, ciclistas, gente haciendo ejercicio, uno que otro grupo de gaiteros tocando, y todos admirando el paisaje. Comimos pulpos, zamburiñas y otras delicias del mar, rociadas con el excelente vino de la región, y retornamos a Santiago para despedirnos. Al día siguiente había que regresar a casa.

Fue maravilloso cerrar la experiencia del Camino con la calidez de una amistad que data ya de décadas. Conocí a Marga cuando yo tenía apenas 18 años. Es mi amiga del alma. Y fue alivianador para esa alma poderle desear a ella, a Paco y a Addy, mi compañera jacobea, un “buen camino” – la frase clave de los peregrinos - y que no falten las flechas amarillas como guías.

miércoles, 25 de mayo de 2011

NOTICIAS DEL TRÓPICO El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 50, 29 de abril, 2011.

Santiago de Compostela: Mil caminos, un destino

Conocí a Addy en 1995. Tiempo después nos hicimos amigas, con todo y que, por la diferencia de edad, bien podría ser mi hija. Hoy sigo teniendo ese privilegio. Siempre admiré su mente brillante, tesón e independencia. Es, además, una mujer de recursos, despierta, observadora, valiente y generosa. No podría haber hecho este camino en mejor compañía y le estoy muy agradecida por haberme dicho "¿Quieres ir a Santiago? ¡Pues vente!"

Y en Santiago estoy.

Comencé a escribir estas noticias a escasos 40 kilómetros de Compostela. Hoy no sólo ya estamos en nuestro destino, sino que ya hasta fuimos a Finisterre, la meta de las antiguas peregrinaciones celtas para conocer el fin del mundo, donde el gran mar se volvía un misterio poblado de monstruos y sirenas, cuando no había ni veredas ni guías, excepto la Vía Láctea; antes de que Santo Domingo, justamente apodado "De la Calzada", comenzara a construir caminos y puentes para los peregrinos jacobeos.

Nos tomamos con calma la llegada, haciendo etapas de entre 18 y 20 kilómetros. Pasamos la noche del martes en el Monte del Gozo, a 5 kilómetros de Santiago, desde donde ya se vislumbran las torres de la catedral, con el propósito de entrar frescas y descansadas al día siguiente. Llegamos el miércoles a las 12 del día, hora de la Misa de Peregrinos. Se pensaría que el interior de esa hermosa catedral era silencio y recogimiento, pero no fue así. ¿Cómo creen que nos tocó entrar? Al ritmo de un escandaloso grupo de danzantes concheros, con penachos de plumas, tambores, guitarras y sonando caracoles!!! Que además no creo que vinieran caminando, porque no los vimos en ninguna etapa del camino. Bailaron en la Plaza del Obradoiro, luego frente a la Puerta de la Gloria y todavía entraron al recinto al son de sus instrumentos. Llegó un momento que me dio vergüenza ajena porque muchos peregrinos, que estaban de lo más emocionados por su llegada al corazón de Compostela, se empezaron a enojar y a protestar. Finalmente se callaron y empezó la misa. El padre estaba acompañado de otros sacerdotes canadienses e italianos y los mensajes se dijeron en varias lenguas; además se mencionaron a los peregrinos que ahí estábamos, diciendo de donde habían partido y cuál era su nacionalidad. El evangelio versó sobre ese peregrino en la calzada de Emaús, que es un pasaje bastante bonito, y la homilía estuvo dedicada a todos los caminantes. Yo realicé los encargos que llevaba y hasta hoy pude abrazar al Santo, que es parte del ritual jacobeo. Con todo y que advertí a quienes dan la Compostela que mis intenciones no habían sido religiosas, me la dieron igual porque ecuménicamente aceptan cualquier propósito espiritual.

Santiago es una ciudad preciosa, especialmente la parte antigua, de callejones y edificios de piedra con unos ventanales volados que dejan entrar la luz y las bellezas del paisaje. Ayer recorrimos la Costa de la Muerte hasta Finisterre. Se llama así por lo bravío del mar, que nos tocó bastante en calma, además de un día soleado y cálido. Hemos comido delicioso toda suerte de mariscos.

Ha sido una experiencia única que con gusto repetiría. Me han quedado ganas de seguir andando. Conocimos hace unos días a un peregrino de Nueva Caledonia (yo tampoco sabía es que una isla territorio francés al lado de Nueva Zelanda), que llevaba un mes andando y ya había hecho 800 kilómetros desde Irún, en la frontera del país vasco con Francia. Decía que se sentía contento de estar a punto de llegar a Compostela, pero que al mismo tiempo no quería que la aventura terminase. Yo me sentí igual, muy feliz de haber alcanzado la meta, pero con una gran nostalgia del camino. Sé que extrañaré el silencio de los campos y bosques, el sonido del viento en las ramas de los árboles, los cantos de los pájaros, el agua de los riachuelos. Regresaría a Santiago, ahora por la vía del Camino Inglés, el año que entra. ¿Por qué no?

sábado, 23 de abril de 2011

En Galicia: Guía de las peregrinas mexicanas. NOTICIAS DEL TRÓPICO 49

NOTICIAS DEL TRÓPICO
El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 49, 23 de abril, 2011.

En Galicia: Guía de las peregrinas mexicanas.

En 1140, un peregrino francés, Aymeric Picaud hizo a caballo el camino a Santiago y escribió una Guía del Peregrino, probablemente la primera en su género, misma que hoy forma parte del Códex Calixtinus, resguadrado en la catedral de Santiago de Compostela. En ella, el buen Aymeric describía así a mis ancestros vascos: "Éste es pueblo bárbaro, distinto de todos los demás en costumbres y modo de ser, colmado de maldades, oscuro de color, aspecto inicuo, depravado, perverso, pérfido, desleal y falso, lujurioso, borracho, ducho en toda suerte de violencias, feroz, silvestre, málvado y réprobo, impío y áspero, cruel y pendenciero, falto de cualquier virtud y diestro en todos los vicios e iniquidades, parecido en maldad a los getas y sarracenos, y enemigo de nuestro pueblo galo en todo". Para rematar, dice que los vascos "descienden del linaje de los escoceses, pues a ellos se parecen en sus costumbres y aspecto". Creo que por eso John y yo nos llevamos divinamente. Luego describe las tierras de León y Galicia, a las cuales dota de tesoros en miel, leche, vides, pan, caballos, carne, pescado, oro y plata, pero apunta que leoneses y gallegos son "hombres malos y viciosos" los primeros, e "iracundos y litigosos" los segundos.


A riesgo de entrar en controversia con Monsieur Picaud, diré que nos hemos encontrado con gente amabilìsima desde León hasta Galicia, que nos han acompañado, ayudado, guiado y, en general, contribuido a que nuestra aventura se esté desarrollando de maravilla. Desde una deliciosa conversaciòn en francés con una viejita en su balcón, hasta don Pepito en Samos, quien me cambió el burdo palo que llevaba por un bastón más bonito y ligero, desde un leonés que nos guió a las 12 de la noche al hotel, hasta los amigos catalanes con quienes cantamos La Bamba y recorrimos las dos últimas etapas del camino, hemos tenido experiencias muy agradables y han sido contadas las excepciones.


Estamos en Palais de Rei, a escasos 70 km de Santiago de Compostela, y casi no lo puedo creer. Hasta se me hacen pocos... El cambio en el paisaje ha sido increíble, de la planicie a las montañas, de la aridez al verdor, los cultivos, los bosques de robles y encinos, los pinares. Hace unos días, rumbo a Sarriá, Addy tomó por la carretera y yo decidì seguir el camino jacobeo. Pasaron 10 km. antes de que me topara con un ser humano. Recorrí en total soledad bosques como de cuento de hadas, atravesando huertos y establos de vacas. Galicia es una maravilla, creo que de los lugares más bellos de España. Cada recodo del camino invita a tomar una foto. Las flechas amarillas, que van señalando la ruta en medio de la nada, se convirtieron en amigas que me dicen "vas bien, sigue adelante", y sentí la compañía de aquellos que se tomaron el tiempo para pintarlas en piedras y bardas, así como de todos quienes pisaron estos senderos antes de mí. A partir de Sarria, sin embargo, ya somos multitud, pues han aparecido peregrinos de todas partes y conforme nos acercamos a la meta, cada vez hay más gente en el camino, incluso peregrinos a caballo. Hemos visto cigüeñas en sus nidos sobre los campanarios, centenares de caracoles, conejos que se esconden rápidamente en el follaje, pájaros diversos, vacas, perros, gatos, caballos, y nos ha acompañado el canto del cucú y de los gallos. He recogido hinojo y lavanda silvestre a la vera del camino, entre miles de flores azules, blancas y amarillas, y los chispazos rojos de las amapolas.


Ayer en Morgade comenzaron los últimos 100 kilómetros antes de llegar a Compostela. El camino ha sido duro a veces, un poco menos demandante, otras. Nuestro lìmite han sido 25 km diarios, no más, a una velocidda promedio de 3 km por hora, dado que hay toboganes continuamente, es decir, subidas empinadas y bajadas ídem. A veces el camino es de asfalto o grava, a veces es un lodazal, a veces se convierte en un río y hay que saltar de piedra en piedra. Llevamos caminados unos 134 km y al final del día las rodillas duelen, los calambres amenazan, las ampollas se hacen presentes, pero pienso en lo que me dice Nacho, mi entrenador: "Lore, ese dolor es adaptaciòn", y sigo adelante.


Seguí pensando para qué estoy haciendo este camino y una primera respuesta me dejó momentáneamente satisfecha: para tener una experiencia que no habìa tenido nunca y que jamás pensé poder tener. 200 y pico kilómetros a pie me parecen una proeza, pero sobre todo me han dado una seguridad en mi misma y en mis capacidades que no tenía. Me he sentido libre y en armonía conmigo misma. Veo, asimismo, el camino de Santiago como la perfecta meditaciòn en movimiento, la forma óptima de mantenerme en el presente, pues el camino demanda atenciòn y estar alerta, a riesgo de perder el paso, caerte o torcerte un tobillo, no ver las señales y equivocarte de ruta. El camino es el aquí y el ahora.Tambièn he comprobado que en esta ruta, como en la vida, cada quien hacemos nuestro camino y vamos a nuestro ritmo, con total responsabilidad por cada paso.


Continuará...

Primeras etapas: Poco peso, mucho ánimo. NOTICIAS DEL TRÓPICO 48

NOTICIAS DEL TRÓPICO

El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 48, 19 de abril, 2011.


Primeras etapas: Poco peso, mucho ánimo.


La realidad me sorprendió. Tiene una forma de cegar con su claridad incandescente. Sueños, fantasías, suposiciones y expectativas no sólo se quedan cortas, sino que se estrellan frente a la realidad. Lógico, puesto que los sueños, etc. los construimos con retazos de las realidades que conocemos; pero si no la hemos vivido, imposible imaginarla y siempre nos sorprenderá. Todo esto viene a cuento porque anteayer, durante la primera etapa de 25 kilómetros, venía pensando que nada en mi mente me había preparado para la realidad del camino, donde es imposible avanzar jalando una mochila de rueditas. Ilusa pretensión. No obstante, y a nuestro favor, pronto nos reacomodamos a las exigencias de la realidad real.


El viaje hasta León nos tomó incontables horas y llegamos finalmente a nuestro hotel a la medianoche del 15. Al día siguiente nos fuimos de compras a una tienda de cosas "de montaña" y nos hicimos de la ropa adecuada. Visitamos la extraordinaria catedral de León, con hermosos vitrales y rosetones, las naves impresionantes, y sobre todo la talla de tantas imágenes y adornos en la piedra. Qué artistas!


Siguiendo las sugerencias de guías, páginas de internet y amables leoneses, decidimos brincarnos las dos primeras etapas del camino e irnos en taxi hasta Astorga. De todas maneras caminaremos poco más de 260 kilómetros y podremos llegar un poco antes para disfrutar de Santiago y quizá conocer Finisterre. Así pues, el 17, muy temprano, después de poner las mochilas en manos de José Luis, un chico que se dedica, junto con sus socios, a transportar equipajes y peregrinos, nos lanzamos a nuestros primeros 25 largos y satisfactorios kilómetros.


Recorrimos páramos que se antojaban interminables. Ahora sé a qué se refería León Felipe cuando hablaba de la estepa castellana. Estábamos en plena comarca maragata, famosa por sus guisos pantagruélicos, y al inicio de la Semana Santa (así, con mayúscula), con las procesiones de las cofradías y los sambenitos a punto de comenzar. El camino nos llevó hasta Foncebadón, una subida que nos llevó casi hasta la cima del monte Irago. En ella está la Cruz de Hierro, a 1500 metros sobre el nivel del mar, donde, siguiendo la tradición jacobea, arrojé una piedra y pedí un deseo. Al día siguiente, o sea, ayer, Addy valientemente emprendió el descenso a pie (otros veintitantos km) y yo, prudentemente, me libré de los llamados rompepiernas y le pedì un aventón a José Luis. Me cuesta trabajo dejar la soberbia convicción de mi indestructibilidad a un lado, pero la meta no es acumular kilometraje, como tampoco lo es cargar una mochila, sino llegar bien a Santiago caminando lo más posible del trayecto. Mis rodillas me lo agradecen.


La ruta nos llevó a Ponferrada, ciudad dominada por el castillo de los Templarios. Albergará la mayor colección del mundo de libros, documentos, pergaminos y demás papeles de esta antigua y controvertida orden de monjes soldados, defensores de los lugares santos y protectores de los peregrinos. Hoy a las 5 y media de la mañana iniciamos la caminata de unos 23 kilómetros que nos ha traído, 8 horas después, a Villafranca del Bierzo, última estación antes de la subida al Cebreiro y la entrada en Galicia.


Me he preguntado varias veces a lo largo del camino qué hago aquí, pero no con desesperación sino con genuina curiosidad. Habrá que hacer a un lado los porqués, que según Constelaciones Familiares son preguntas que no conducen a nada más que a un callejón sin salida, y enfocarme en preguntas más sistémicas, como por ejemplo para qué. Tales reflexiones continuarán en las próximas N. del T.


Hoy nos ha llovido y he descubierto que mi impermeable tiene goteras...

miércoles, 13 de abril de 2011

La víspera. NOTICIAS DEL TRÓPICO 47

La víspera: Caminante, no hay camino...


Se me ha quitado el miedo. Y con el miedo se han ido los dolores de espalda, la molestia en la rodilla, la preocupación por el aguante, las dudas sobre mi condición física. Estoy lista para emprender, en poco más de 48 horas, el viaje que me llevará a la tierra de mis ancestros y al inicio leonés del Camino de Santiago.


He tenido mucha suerte en estos tres meses de entrenamiento. Gracias a Nacho Fuentes, a su sabia guía y experiencia, hoy me encuentro alerta y preparada. Mi prueba de fuego fue la caminata de 15 kilómetros que hicimos el sábado pasado alrededor de Isla Mujeres. Nacho no es uno de esos entrenadores de pesadilla; en ningún momento me sentí presionada ni agotada. Mis avances se han venido dando paulatinamente y, casi sin sentirlo, hoy tengo una condición física que hace muchos años no tenía. Creo que desde aquella etapa frenética de mis 33 años, en la que motivada por las razones equivocadas diario bailaba flamenco, hacía dos horas de aeróbics y acudía a clase de jazz, no había sentido a mi cuerpo tan capaz.


Desde entonces he aprendido mucho acerca de mi misma, de mi cuerpo y su rendimiento. Ahora sé que está en mí tener enfoque y disciplina; el suficiente enfoque y la suficiente disciplina como para levantarme cotidianamente a las 4 de la mañana y lanzarme manejando durante media hora hasta el Mirador, en la Zona Hotelera, donde hay dunas de arena, subidas, bajadas y escaleras, los ingredientes principales para fortalecer el corazón. Caminatas de casi dos horas, sesiones en la elíptica, pesas, sentadillas y abdominales, todo ello en su justa combinación de repeticiones y tiempos, gracias a las rutinas sugeridas por Nacho. Me consta que “sólo por hoy” es la fórmula mágica del esfuerzo sostenido. Eso, y los evidentes resultados.


No cabe duda que la Jornada Jacobea de 310 kilómetros es – será - el mayor reto físico al que me he enfrentado en la vida. Y no dudo que acabará siendo también uno de esos parteaguas vitales, un turning point sin retorno, una cita irresistible e irremediable con el destino, como en su momento lo fue mi estancia de seis meses en la India, bajo la mirada de águila de Osho. Estoy emocionada.

lunes, 7 de marzo de 2011

Huellas. Noticias del Trópico 46

NOTICIAS DEL TRÓPICO
El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 46, 7 de marzo, 2011.
http://noticiasdeltropico-lorenzia3.blogspot.com/


Huellas

Quizá la vida sea un ir dejando huella en la vida de los demás, y recibiendo a la vez su impronta en la nuestra, a veces como suave marca, a veces a golpe de cincel. La huella que ha dejado Tere Gamboa se hizo a base de paciencia, perseverancia, sabia insistencia, sin quitar el dedo del renglón. Huella fuerte y decisiva, tesonera, como su carácter. Es una huella que ha quedado grabada individualmente en much@s de nosotr@s; pero también fue tan profunda que tocó su entorno, cambiándolo.

Porque no cualquiera crea, prácticamente de cero, el Archivo General de un estado, en este caso de Quintana Roo, apelando tenazmente a la voluntad política y transformando la conciencia pública acerca del valor de “esos papeles viejos” como la principal fuente donde podemos vernos reflejados en el espejo del tiempo y el espacio. Su entusiasta presencia en el mundo archivístico nacional no se olvidará pronto. El sistema ordenado que contribuyó a crear en los archivos de todas las instancias públicas estatales, nos regirá por muchos años.

La Tere Gamboa que tuve el privilegio de conocer y llamar amiga, me dio su confianza en largas charlas donde se mezclaban nuestras inquietudes, historias personales, logros laborales y proyectos futuros. Con ella tengo, además, una enorme deuda profesional. Gracias a su invitación, participé en el Voluntariado Cultural, una experiencia de difusión de la historia de Quintana Roo a principios de los años 90, que nos llevó a un grupo de interesad@s en el asunto, a viajar por el estado y compartir con gente de todas las edades, en escuelas y casas de la cultura, nuestra percepción de la tierra adoptiva.

Asimismo, no podría haber escrito Hierofanía combatiente, de no haber sido por la oportunidad única que Tere me ofreció de acompañarla a revisar el acervo de Quintana Roo en un archivo de tan difícil y restringido acceso como el de la Defensa Nacional. Nos dimos cita diariamente durante casi dos semanas para reproducir en una grabadora aquellos documentos, y mientras Tere se dedicaba a las series de 1902 en adelante, especialmente el periodo de la Revolución, yo me sumergí en los informes, partes de guerra, oficios, cartas, telegramas y mapas del siglo XIX. Gracias a esta invitación de Tere, pude asomarme por una ventana desconocida a aspectos nunca estudiados de la Guerra de Castas.

Por más que la muerte sea parte de la vida – o quizá la vida sea tan sólo un paréntesis de la muerte – cuando ocurre es siempre un golpe y una sacudida, un preguntarse por qué, una profunda sensación de pérdida y vacío. Así me siento ante tu muerte, querida Tere, querida amiga. Dejas un hueco lleno ya de nostalgia.

lunes, 10 de enero de 2011

Adenda a las Noticias del Trópico 45

Al escribir las N. del T. # 45, y haciendo uso de la licencia poética que se me concede, mencioné la posibilidad de obtener la gracia de la Compostela al final de la peregrinación. No fue más que eso, una licencia poética, ya que, de hacerlo en realidad, incurriría en una total hipocresía, así como en un irrespeto hacia quienes sí sustentan esa fe. La Compostela es un documento religioso que hasta el día de hoy se otorga a jacobeas y jacobeos como prueba de su peregrinaje, siempre y cuando éste se lleve a cabo “con sentido cristiano”, lo que equivale a realizarlo por devoción, voto o piedad, y las abadías, sociedades religiosas, cofradías, etc. del camino así lo vayan atestiguando. Éste no es mi caso.

Yo fui bautizada a los 5 años en la iglesia católica por una tenacidad materna que logró superar la resistencia paterna. Luego, a los 12, hice la primera comunión por decisión propia, a pesar de incurrir nuevamente en el enojo y la oposición de mi padre. Hoy, y desde hace muchos años, sin embargo, me encuentro mucho más cercana a la postura de Pepe que la de Queenie, y sumamente alejada de las religiones judeo-cristianas y las instituciones que las avalan, siempre capaces y dispuestas a manipular a quien se deje con la tenaza bipolar del miedo y la culpa. No creo que haya nada más alejado de la espiritualidad y de la religiosidad que eso.

Aclarado lo cual y resumiendo, mi espíritu libre se sentirá mucho más a gusto con el salvoconducto secular que las autoridades civiles de ciudades, pueblos y caseríos avalan y sellan a quienes presenten su pasaporte jacobeo. Y si los superiores seres de poder tienen a bien otorgarme mi propio y personal campo de estrellas, so be it. Agradecida lo recibiré.

lunes, 3 de enero de 2011

Jornada Jacobea. Noticias del Trópico 45

NOTICIAS DEL TRÓPICO
El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 45, 3 de enero, 2011.

Jornada jacobea

Es de cajón. Ya sea por costumbre o porque las tradiciones así lo marcan, casi por obligación e indudablemente que por tentación, no hay manera de evitar hacer propósitos de año nuevo: esa lista corta o larga de compromisos que hacemos ante todo con nosotr@s mism@s; la docena, o más o menos, de deseos rápida y confusamente formulados mentalmente mientras tratamos de engullir las uvas al son de las doce campanadas; las promesas (¿qué son los propósitos sino promesas?) de hacer, dejar de hacer, propiciar, evitar, mejorar, bajar, subir, agrandar o disminuir algo que tienda, a fin de cuentas, a hacernos más san@s, mas conscientes y/o más productiv@s. Es el momento ideal para que los ojos (mentales) sean más grandes que el estómago (también mental). Dirían l@s astrólog@s: Júpiter reina incontestable, haciéndonos abarcar más de lo que realmente podemos hacer, ponernos objetivos inalcanzables en la práctica, llenarnos de un optimismo que, por desgracia, pronto se desinfla, conforme aquellas autopromesas se van quedando tiradas a lo largo de la ruta anual.

Tiene esto que ver, claro, con un imperativo de la naturaleza humana que es el autoengaño, o para decirlo más bonito, la ceguera de querer que las cosas sean como quisiéramos en lugar de aceptarlas como son. Aceptar, by the way, no es sinónimo de conformarse, anquilosarse o quedarse cruzad@ de brazos esperando que las cosas sucedan. Aceptar tiene que ver con un profundo conocimiento de si mism@; con la capacidad de ver nuestra luz al igual que nuestra sombra y las incontables áreas grises intermedias. Esa aceptación quizá nos llevaría a ponernos metas más acordes con lo que cada quien, en el momento y lugar en el que se encuentra en su vida, pueda realmente llevar a cabo – un día a la vez - con un esfuerzo sostenido y la suficiente dosis de voluntad, sin olvidar que existen condiciones externas sobre las cuales aún menos podemos influir.

Pero lo que más me maravilla de los propósitos de año nuevo es el afán de ponerles a éstos y otros más, una fecha de inicio fija y muchas veces futura. Generalmente estamos a la espera de un día o momento memorable, único, “especial”, para emprender la acción o acciones que nos llevarán a lograr dicho propósito. Huelga decir que ese momento nunca es el presente, sino siempre el futuro. Es como si necesitáramos de una línea de arranque, como en las carreras, para ponernos de humor pertinente y en posición adecuada antes de comenzar con la serie de actividades y disciplinas requeridas para alcanzar la meta.

La verdad, me resulta sospechoso y dudo de nuestras verdaderas intenciones. Hacerse el propósito de comenzar algo el 1° de enero o el próximo lunes o iniciando el mes que entra, se vuelve un ejercicio en lo ineludible, lo inevitable e incluso en lo indeseable, porque a fin de cuentas estamos posponiendo un compromiso que en el fondo no queremos hacer, ya que si lo deseáramos de corazón, probablemente lo iniciaríamos en cualquier instante, por ejemplo, el día de hoy, ahora mismo, ¡ahorita! (aplicable a cualquier cosa, desde dejar de acumular calorías y ponernos en movimiento, hasta escribir una tesis o activar un blog, pasando por dejar un vicio, levantarse más temprano o ser puntuales). Nos encanta jugar el juego que todos jugamos, o sea, a las escondidillas con nosotr@s mism@s. ¿Estaremos más jóvenes y fresc@s, tendremos más energía, seremos más sabi@s o más valeros@s mañana (o el lunes o el día primero) que hoy? Este cuestionamiento de Osho da, creo, en el clavo.

Dicho lo cual, comparto con ustedes un plan/propósito que hace mucho tenía en la mente y el corazón, para el que venía preparándome, que por fortuna inicié antes de que cronológicamente correspondiera al primer día de este 2011, y que de hecho acabó dándose tan auspiciosa y espontáneamente que no me cabe la menor duda de que se cumplirá de una u otra forma.

Este año, una querida amiga y yo nos convertiremos en jacobeas. No sólo recorreremos sitios históricos, sino que haremos y nos convertiremos en historia, una historia medieval viva que se inició alrededor del año 833 y se consolidó como tradición en 950. Nos guiará la luz de nuestra galaxia, la Vía Láctea, en el andar hacia el Finis Terrae de celtas y romanos. Nos protegerá el espíritu de los caballeros Templarios y la hospitalidad de los monjes benedictinos. Morral (o mochila) al hombro, cayado en mano y vieria sobre el pecho, nos uniremos esta semana santa al caudal de peregrinos de todo el orbe que, desde el siglo IX, recorren a pie el camino de Santiago, y obtendremos, si así está escrito, la gracia del campo de estrellas: la “Compostela”.

Me queda claro que la meta es espectacular y el ritual final, emotivo: alcanzar la plaza de la catedral compostelana, admirar el Pórtico de la Gloria, poner mis manos sobre el sepulcro del apóstol Santiago, abrazar al santo y susurrarle al oído mi mensaje. También me motiva pisar por primera vez Galicia y seguir el derrotero del llamado Camino Francés, que parte de los Pirineos. Y aunque nuestro peregrinaje iniciará, no en Roncesvalles, sino en León, a tan sólo 310 kilómetros de Compostela, igual disfrutaremos de lugares hermosos, arte gótico, monumentos románicos y una ruta escénica inolvidable.

Preveo, sin embargo, que lo más importante es la experiencia del camino en sí, un camino que ya ha iniciado, porque ya estoy en él, y que se empieza a manifestar de múltiples y complejas formas: el reto físico de realizar, a pie, 14 etapas de entre 20 y 30 kilómetros cada una, para las cuales ya entreno; el desafío mental de mantener mi enfoque, disciplina y flexibilidad durante los próximos 5 meses; la vivencia espiritual convencida y compartida; la confrontación con dudas, terrores e inseguridades; la tranquilidad de que, al aceptar lo que no puedo cambiar, me será posible llegar a la meta incluso en autobús, si así se requiere; la confianza íntima de saber que no es manda ni competencia ni maratón. Es decir, el Camino de Santiago como un viaje interior de autoconocimiento y contacto con los seres que soy, un ejercicio de humildad, paciencia y benevolencia conmigo misma. Como dijo un peregrino, “una lección realista de mis posibilidades humanas y espirituales”.

La mochila no da para mucho, y mi espalda menos. Pero entre los calcetines y la pomada de árnica viajará algún dispositivo (probablemente mi flamante y ya bien amada BlackBerry) por medio del cual les mantendré informad@s con noticias compostelanas. Es uno de mis propósitos de año nuevo…

Gracias a mi querida amiga por ser la chispa propiciatoria, y a quienes desde ya han sido por demás generos@s con sugerencias, consejos e información. Se cumpla como se cumpla la jornada jacobea, habrá valido la pena. Ya la vale.

Que tengan un feliz año lleno de presentes.