sábado, 23 de abril de 2011

En Galicia: Guía de las peregrinas mexicanas. NOTICIAS DEL TRÓPICO 49

NOTICIAS DEL TRÓPICO
El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 49, 23 de abril, 2011.

En Galicia: Guía de las peregrinas mexicanas.

En 1140, un peregrino francés, Aymeric Picaud hizo a caballo el camino a Santiago y escribió una Guía del Peregrino, probablemente la primera en su género, misma que hoy forma parte del Códex Calixtinus, resguadrado en la catedral de Santiago de Compostela. En ella, el buen Aymeric describía así a mis ancestros vascos: "Éste es pueblo bárbaro, distinto de todos los demás en costumbres y modo de ser, colmado de maldades, oscuro de color, aspecto inicuo, depravado, perverso, pérfido, desleal y falso, lujurioso, borracho, ducho en toda suerte de violencias, feroz, silvestre, málvado y réprobo, impío y áspero, cruel y pendenciero, falto de cualquier virtud y diestro en todos los vicios e iniquidades, parecido en maldad a los getas y sarracenos, y enemigo de nuestro pueblo galo en todo". Para rematar, dice que los vascos "descienden del linaje de los escoceses, pues a ellos se parecen en sus costumbres y aspecto". Creo que por eso John y yo nos llevamos divinamente. Luego describe las tierras de León y Galicia, a las cuales dota de tesoros en miel, leche, vides, pan, caballos, carne, pescado, oro y plata, pero apunta que leoneses y gallegos son "hombres malos y viciosos" los primeros, e "iracundos y litigosos" los segundos.


A riesgo de entrar en controversia con Monsieur Picaud, diré que nos hemos encontrado con gente amabilìsima desde León hasta Galicia, que nos han acompañado, ayudado, guiado y, en general, contribuido a que nuestra aventura se esté desarrollando de maravilla. Desde una deliciosa conversaciòn en francés con una viejita en su balcón, hasta don Pepito en Samos, quien me cambió el burdo palo que llevaba por un bastón más bonito y ligero, desde un leonés que nos guió a las 12 de la noche al hotel, hasta los amigos catalanes con quienes cantamos La Bamba y recorrimos las dos últimas etapas del camino, hemos tenido experiencias muy agradables y han sido contadas las excepciones.


Estamos en Palais de Rei, a escasos 70 km de Santiago de Compostela, y casi no lo puedo creer. Hasta se me hacen pocos... El cambio en el paisaje ha sido increíble, de la planicie a las montañas, de la aridez al verdor, los cultivos, los bosques de robles y encinos, los pinares. Hace unos días, rumbo a Sarriá, Addy tomó por la carretera y yo decidì seguir el camino jacobeo. Pasaron 10 km. antes de que me topara con un ser humano. Recorrí en total soledad bosques como de cuento de hadas, atravesando huertos y establos de vacas. Galicia es una maravilla, creo que de los lugares más bellos de España. Cada recodo del camino invita a tomar una foto. Las flechas amarillas, que van señalando la ruta en medio de la nada, se convirtieron en amigas que me dicen "vas bien, sigue adelante", y sentí la compañía de aquellos que se tomaron el tiempo para pintarlas en piedras y bardas, así como de todos quienes pisaron estos senderos antes de mí. A partir de Sarria, sin embargo, ya somos multitud, pues han aparecido peregrinos de todas partes y conforme nos acercamos a la meta, cada vez hay más gente en el camino, incluso peregrinos a caballo. Hemos visto cigüeñas en sus nidos sobre los campanarios, centenares de caracoles, conejos que se esconden rápidamente en el follaje, pájaros diversos, vacas, perros, gatos, caballos, y nos ha acompañado el canto del cucú y de los gallos. He recogido hinojo y lavanda silvestre a la vera del camino, entre miles de flores azules, blancas y amarillas, y los chispazos rojos de las amapolas.


Ayer en Morgade comenzaron los últimos 100 kilómetros antes de llegar a Compostela. El camino ha sido duro a veces, un poco menos demandante, otras. Nuestro lìmite han sido 25 km diarios, no más, a una velocidda promedio de 3 km por hora, dado que hay toboganes continuamente, es decir, subidas empinadas y bajadas ídem. A veces el camino es de asfalto o grava, a veces es un lodazal, a veces se convierte en un río y hay que saltar de piedra en piedra. Llevamos caminados unos 134 km y al final del día las rodillas duelen, los calambres amenazan, las ampollas se hacen presentes, pero pienso en lo que me dice Nacho, mi entrenador: "Lore, ese dolor es adaptaciòn", y sigo adelante.


Seguí pensando para qué estoy haciendo este camino y una primera respuesta me dejó momentáneamente satisfecha: para tener una experiencia que no habìa tenido nunca y que jamás pensé poder tener. 200 y pico kilómetros a pie me parecen una proeza, pero sobre todo me han dado una seguridad en mi misma y en mis capacidades que no tenía. Me he sentido libre y en armonía conmigo misma. Veo, asimismo, el camino de Santiago como la perfecta meditaciòn en movimiento, la forma óptima de mantenerme en el presente, pues el camino demanda atenciòn y estar alerta, a riesgo de perder el paso, caerte o torcerte un tobillo, no ver las señales y equivocarte de ruta. El camino es el aquí y el ahora.Tambièn he comprobado que en esta ruta, como en la vida, cada quien hacemos nuestro camino y vamos a nuestro ritmo, con total responsabilidad por cada paso.


Continuará...

1 comentario:

Charlie dijo...

¡Espléndido homenaje a lo que es la esencia del Camino!

Puedes sentirte muy orgullosa de haber vivido el Camino, de haber tenido que superar momentos de sufrimiento, de haberte recorrido más de 10 km con la única presencia del entorno, de haber compartido inolvidables conversaciones con la gente, y también contigo misma, de haber extraído una magnífico mensaje de realización personal.

Enhorabuena por haber cruzado el charco con el objetivo de recorrer este Camino tan personal.

Carles