sábado, 23 de abril de 2011

Primeras etapas: Poco peso, mucho ánimo. NOTICIAS DEL TRÓPICO 48

NOTICIAS DEL TRÓPICO

El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 48, 19 de abril, 2011.


Primeras etapas: Poco peso, mucho ánimo.


La realidad me sorprendió. Tiene una forma de cegar con su claridad incandescente. Sueños, fantasías, suposiciones y expectativas no sólo se quedan cortas, sino que se estrellan frente a la realidad. Lógico, puesto que los sueños, etc. los construimos con retazos de las realidades que conocemos; pero si no la hemos vivido, imposible imaginarla y siempre nos sorprenderá. Todo esto viene a cuento porque anteayer, durante la primera etapa de 25 kilómetros, venía pensando que nada en mi mente me había preparado para la realidad del camino, donde es imposible avanzar jalando una mochila de rueditas. Ilusa pretensión. No obstante, y a nuestro favor, pronto nos reacomodamos a las exigencias de la realidad real.


El viaje hasta León nos tomó incontables horas y llegamos finalmente a nuestro hotel a la medianoche del 15. Al día siguiente nos fuimos de compras a una tienda de cosas "de montaña" y nos hicimos de la ropa adecuada. Visitamos la extraordinaria catedral de León, con hermosos vitrales y rosetones, las naves impresionantes, y sobre todo la talla de tantas imágenes y adornos en la piedra. Qué artistas!


Siguiendo las sugerencias de guías, páginas de internet y amables leoneses, decidimos brincarnos las dos primeras etapas del camino e irnos en taxi hasta Astorga. De todas maneras caminaremos poco más de 260 kilómetros y podremos llegar un poco antes para disfrutar de Santiago y quizá conocer Finisterre. Así pues, el 17, muy temprano, después de poner las mochilas en manos de José Luis, un chico que se dedica, junto con sus socios, a transportar equipajes y peregrinos, nos lanzamos a nuestros primeros 25 largos y satisfactorios kilómetros.


Recorrimos páramos que se antojaban interminables. Ahora sé a qué se refería León Felipe cuando hablaba de la estepa castellana. Estábamos en plena comarca maragata, famosa por sus guisos pantagruélicos, y al inicio de la Semana Santa (así, con mayúscula), con las procesiones de las cofradías y los sambenitos a punto de comenzar. El camino nos llevó hasta Foncebadón, una subida que nos llevó casi hasta la cima del monte Irago. En ella está la Cruz de Hierro, a 1500 metros sobre el nivel del mar, donde, siguiendo la tradición jacobea, arrojé una piedra y pedí un deseo. Al día siguiente, o sea, ayer, Addy valientemente emprendió el descenso a pie (otros veintitantos km) y yo, prudentemente, me libré de los llamados rompepiernas y le pedì un aventón a José Luis. Me cuesta trabajo dejar la soberbia convicción de mi indestructibilidad a un lado, pero la meta no es acumular kilometraje, como tampoco lo es cargar una mochila, sino llegar bien a Santiago caminando lo más posible del trayecto. Mis rodillas me lo agradecen.


La ruta nos llevó a Ponferrada, ciudad dominada por el castillo de los Templarios. Albergará la mayor colección del mundo de libros, documentos, pergaminos y demás papeles de esta antigua y controvertida orden de monjes soldados, defensores de los lugares santos y protectores de los peregrinos. Hoy a las 5 y media de la mañana iniciamos la caminata de unos 23 kilómetros que nos ha traído, 8 horas después, a Villafranca del Bierzo, última estación antes de la subida al Cebreiro y la entrada en Galicia.


Me he preguntado varias veces a lo largo del camino qué hago aquí, pero no con desesperación sino con genuina curiosidad. Habrá que hacer a un lado los porqués, que según Constelaciones Familiares son preguntas que no conducen a nada más que a un callejón sin salida, y enfocarme en preguntas más sistémicas, como por ejemplo para qué. Tales reflexiones continuarán en las próximas N. del T.


Hoy nos ha llovido y he descubierto que mi impermeable tiene goteras...

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