lunes, 12 de noviembre de 2012

A propósito del Día del Cartero. NOTICIAS DEL TRÓPICO 63

El newsletter de Lorenzia, año 14, núm. 63, 12 de noviembre, 2012. Cómo vamos olvidando amablemente aquello que alguna vez nos apasionó y sin sentirlo lo sustituimos con lo nuevo que traen los cambios y el deterioro de la vida. Aquellos tiempos de creatividad y comunicación epistolar, en los que las cartas decían todo, cuando se escribía por necesidad y placer, y el papel era sedoso y la tinta salía de un tintero y la caligrafía era un arte.
No hablaré de las cartas que aún guardo de mis abuelos, escritas a mis padres entre 1940 y 1946 desde un Londres devastado, de raciones medidas, de palabras censuradas, de carencias y sinsabor. Puedo hablar de las cartas que recibí de mi padre, de lo buena corresponsal que era mi madre. Gracias a ella manteníamos contacto con familia y amigos de todo el mundo. Religiosamente escribía de madrugada en una Remington que fue evolucionando con la tecnología hasta llegar a la eléctrica Smith-Corona azul, de la que parecían salir misivas en serie y por arte de magia. Huelga decir que mi madre era la clienta favorita de la señora del correo, una avinagrada matrona que a todos maltrataba menos a la güerita que un par de veces por semana bajaba de su coche ayudada por el chofer, con cartas y paquetes para Estados Unidos, Venezuela y Panamá, para Canadá, Italia, Francia y por supuesto Inglaterra, y sin duda España.
Y si pienso en el cartero que traía a diario un montón de correspondencia y no solamente recibos y propaganda, evocaría con ello un landmark intangible de mi niñez. ¡Qué emocionante era recibir una carta! Las noticias se leían y compartían a la hora de la comida; a veces, con suerte, la carta venía acompañada de fotos, a veces llegaban postales, y en Navidad era una locura la avalancha de “Xmas”, como las llamaba la tía Mimí. Recuerdo un año en que hicimos un árbol de puras tarjetas navideñas. Las colecciones filatélicas se incrementaban en belleza y sapiencia geográfica. Siempre me gustó escribir cartas. Y recibirlas. Y leerlas. Mucho me temo, no obstante, que han pasado a la historia, como lo hará, dentro de poco, el correo normal y el cartero, como eventualmente le sucederá al correo electrónico, que ya está siendo sustituido por Skype y éste por Facebook, y lo que sigue que lo diga mi hermano Alf, que sabe mucho más del futuro que yo. Hace tiempo leí o vi no sé dónde que existe un repositorio en algún lugar del mundo para toda la correspondencia perdida, aquellas misivas que nunca llegaron a su destino, ya sea porque no tenían la dirección completa o carecían de remitente o el destinatario ya no vivía en ese lugar o al cartero se le traspapelaron o fueron interceptadas y olvidadas. ¿Se imaginan los contenidos de todas esas cartas que jamás fueron leídas? Noticias de nacimientos y de bodas, de fallecimientos y de logros profesionales, de amores y pasiones, de promesas y rompimientos, de soldados quizá muertos en combate poco después de escribirlas, de agradecimiento, de odio, de felicitación, de rechazo…
Conozco también una anécdota fantástica de uno de los viajeros de mi tesis. Carl B. Heller, naturalista austríaco, se encontraba varado en Campeche sin dinero ni permiso para abandonar aquel puerto en ese momento bloqueado por los gringos. Corría el año 1847… El vapor “Tweed”, de la Royal Mail Steam Paquet Company, naufragó en el Arrecife de Alacranes, frente a las costas de la península, murieron 80 personas y prácticamente se perdió el cargamento y por supuesto, el correo de Su Majestad. Heller desesperó de recibir la misiva que tanto anhelaba y necesitaba. Poco después, sin embargo, nos dice: “Tanto más grande fue mi sorpresa cuando una mañana me entregó el empleado de un comerciante nativo una carta medio descolorida con mi dirección que había visto flotar aislada en las aguas de los Alacranes y que logró pescar… Era mi carta, la que esperaba con tantas ansias, la única que se salvó entre miles y que todavía era perfectamente legible… No podía dar crédito a mis ojos, porque me parecía algo más que una coincidencia común; era algo inusitado, casi maravilloso, me pareció una señal de los cielos para que no perdiera el ánimo en mi triste situación”. ¡Feliz Día del Cartero!

domingo, 4 de noviembre de 2012

Motita (¿? – 2012) NOTICIAS DEL TRÓPICO 62

El newsletter de Lorenzia, año 14, núm. 62, 4 de noviembre, 2012. Cómo ha estado cercana la muerte. Este año hemos sufrido sus estragos, percibido su misterio, cuestionado sus métodos. Acabamos de pasar por unos días en los que es costumbre hablar de ella, recordar todos sus nombres, sonreír ante la burla trepidante que nuestra cultura popular hace de su calavera y sus huesos. Hemos traído a la mesa a los ancestros y a nuestros demás ausentes, un banquete más que compartir con su memoria y el hueco profundo que nos han dejado desde que se fueron. Escribo de la muerte mientras la muerte me visita poniendo fin a una etapa más, recordándome que se pasea ajena pero igual sintiéndose en casa entre los vivos. Hace una semana vi el proceso de la muerte, la acaricié, me despedí, recordé que es tan sólo un hasta luego. Murió Moti, mi compañera, mi cotidiana bienvenida, mi cuidadora, y aprendo que una vez en poder de la muerte, da igual quiénes o qué hayamos sido. Todo queda al ras, todo es voltear la hoja, todo es página en blanco.

lunes, 10 de septiembre de 2012

El lugar al final del mundo

El newsletter de Lorenzia, año 14, núm. 61, 11 de septiembre, 2012. Corre por mis venas la sangre del árabe marroquí. Será por eso que la música del norte de África me pide que baile, que mueva las caderas al son del tambor y la flauta, que busque en los abalorios de la magia el recuento del porvenir. Son ecos del ambarluna, de un imperio aromático de resinas y especias; sueños de caravanas que cruzan desiertos de fuego y persiguen, guiadas por el mapa de las constelaciones, el sortilegio de un oasis mítico donde se labra su esencia y se decanta su fulgor. ¿Ahora comprendes la atracción que ejercen en mí los nombres de las estrellas? Por lo mismo y en su rastro, mi pisada abarca el sur de Iberia: Al Andalus de moros y gitanos, con su duende y su cante jondo y sus fuentes rodeadas de naranjos en flor; el convite de la serranía nevada, el anhelo de andar los caminos polvorientos de Granada a Córdoba y desde Sevilla a Cádiz y Gibraltar. ¿Ves por qué he de emprender nuevos derroteros? Tengo una parte de desdicha y la aportan mis ancestros sefarditas. No contentos con haber sido expulsados de Sefarad hace 510 años, con haber tenido que emigrar a Tesalónica y volverse súbditos del imperio otomano, siglos después retornan conversos a España, católica a ultranza, a predicar y vivir con la Biblia por delante y la persecución por detrás. ¿Y todavía me preguntas que de dónde saco el espíritu andariego?
Espera, aún no te he contado de mis antepasados de sangre fría: los alemanes de imaginarios señoríos y efímeros condados; o aquellos otros, normandos de apellido y alma de músicos y compositores; o el comerciante inglés que llegó hasta las Islas Vírgenes cautivado por una hija de esclavos de piel mulata; juntos engendraron mi estirpe y renovaron el rumbo de mi sangre para siempre. No te extrañe que ame el mar y a los navegantes, pues provengo también de recios vascos. Soy la orgullosa vanguardia de la última tribu de Europa, la que habla un idioma único que puede trazar sus raíces hasta los mismísimos orígenes de la humanidad. Será por eso que dejo con las manos y la palabra escrita los indicios de mi paso por el mundo, por descender en línea recta de los hombres de Cromañón decoradores de cavernas y adoradores de la naturaleza. Y no te quejes de mi parte nómada, que he nacido de refugiados y trasterrados que vinieron a dar con sus ilusiones a un país mágico de rostros pétreos, que se ríe de la muerte y que llora a corazón abierto por su historia. Soy viajera por herencia y por gusto, porque todo en mi pasado se confabula para que me vaya, porque todo en mi futuro apunta hacia el camino. El dije de ambarluna es una brújula que gira irrevocable, un mapa que conduce a otros destinos. No me culpes. Te prometo un fugaz y provisorio adiós.

jueves, 9 de agosto de 2012

Los usos de un diagrama de flujo. NOTICIAS DEL TRÓPICO 60

El newsletter de Lorenzia, año 14, núm. 60, 9 de agosto, 2012. Los usos de un diagrama de flujo Hubo hace tiempo una campaña/concurso para reportar el trámite burocrático más inútil y engorroso. Me imagino que a los organizadores les llovieron ejemplos de toda índole y de todo el país, y debe haber sido divertido y a la vez deprimente para los jueces evaluarlos. Ignoro quién ganó y si acaso sirvió de algo para modificar o de plano eliminar tal trámite. Y es que la simplificación administrativa es una tarea que a las y los mexicanos no se nos da. Viene de raíz. No tengo idea de cómo se manejaban las cuestiones burocráticas en el imperio mexica, pero si hemos de aceptar el marco teórico del despotismo oriental para explicarlo, entonces seguro había bastantes protocolos a seguir. Las reformas borbónicas del siglo XVIII no hicieron más que complicar aún más la lentitud administrativa que ya de por sí caracterizaba a otro imperio: el español. Quizá el único ejemplo de administración veloz – obligada, por cierto, dadas las circunstancias - haya sido la impartida a salto de mata y dentro de una carroza por el presidente Juárez, con el archivo de la nación a cuestas y los franceses pisándole los talones.
Se ha buscado en la descentralización la respuesta al dilema simplificatorio y han sido diversos los esfuerzos por descentralizar la administración en un país que desde las épocas de Tenochtitlan lleva el centralismo en sus venas. Pero vamos a ver: ¿nos sentiríamos a gusto sin esa imagen central? No lo creo ni el masivo DF nos lo permitiría. La simplificación es un reto, pero el problema es la forma en que cada quien entiende qué es simplificar. Para algunos podría ser eliminar pasos, trámites, copias, requisitos, tiempos. Pero para otros puede consistir en especificar los pasos a seguir, hacerlos más claros, ir uno por uno y mostrarlos en un diagrama de flujo como el que me encontré en la estación de autobuses de Tulum, Quintana Roo. Aclaro que Tulum, que hasta hace relativamente poco era un delicioso pueblito, asiento, además, de grupos mayas tradicionales, es ahora un lugar cosmopolita lleno de restaurantes y turistas, cibercafés y bancos; una población en vías de un crecimiento casi tan impactante, desordenado e implacable como el de su vecina Playa del Carmen, que ostenta una de las tasas más altas de desarrollo urbano de Latinoamérica. Y al parecer, junto con la modernidad, llegaron las complicaciones y complejidades administrativas.
Cuando el chofer dijo “Tulum, 10 minutos”, me bajé del autobús para ir al baño. Acostumbrada a la costumbre de estas tierras de pagar a la entrada del baño 2 pesos a cambio de los cuales alguien te da papel, me resultó sorprendente que la mujer apostada en la puerta de dicho recinto me dijera que tenía que acercarme a la taquilla a comprar un boleto. Y no era yo sola, habíamos varios pasajeros en esas circunstancias. La que despachaba en la taquilla tenía una cola de personas esperando a comprar sus pasajes y dentro la acompañaba un señor que nos dijo “yo no vendo los boletos del baño. Pídanselo a la señorita” La pobre tuvo que atender dos colas, una de ellas de gente con cierta prisa entre la que me encontraba yo. Finalmente regresé a la cola del baño con mi boleto – que costó tres pesos – el cual fue recibido por la mujer apostada a la entrada. Cortó una de las partes del boleto y me entregó la otra junto con el consabido papel de baño. Y mi sorpresa fue en aumento cuando me di cuenta de que, pegado a la puerta del baño, había un diagrama de flujo con las instrucciones a seguir. Decía así: El pasajero desciende del vehículo -> Se le informa que compre su boleto del baño en la taquilla -> Se le vende el boleto en la taquilla -> A cambio del boleto se le entrega papel de baño -> Se le permite la entrada al baño. Solo faltaba en el diagrama mencionar que el pasajero entra al baño y hace lo que tiene que hacer y luego jala la cadena, se lava las manos, se mira en el espejo, sale y tiene dos opciones: subirse al autobús que está por dejarlo en tierra o correr detrás del autobús que ya lo dejó. Cuando dije que era una barbaridad, que hasta un diagrama de flujo tenían, la señorita de la entrada al parecer coincidió conmigo porque respondió: “Sí es una barbaridad, porque nadie lo lee”. Y, si como dice un querido amigo, vivimos en un país donde para cada solución hay un problema, en Tulum hay dos.

jueves, 10 de mayo de 2012

Instintos. NOTICIAS DEL TRÓPICO 59

El newsletter de Lorenzia, año 14, núm. 59, 10 de mayo, 2012. Desde un punto de vista estrictamente antropológico, el único instinto que existe es el de supervivencia, el impulso que nos lleva desde pelear o huir en caso de peligro de muerte, hasta el que hace que escojamos a aquella pareja o parejas cuyos genes se combinarán más adecuada y eficazmente con los nuestros para perpetuar de la mejor manera la especie. Claro que el ser humano es el único animal que parece tener un tanto atrofiado o insuficientemente desarrollado tal instinto, ya que en general tenemos que ser convencidos de vivir, y muchos, muchísimos en el curso de los siglos han cultivado el deseo de muerte a través de formas elaboradas de suicidio, algunas rápidas, otras de gran lentitud y laboriosidad, desgarrados entre los por demás atractivos polos de biofilia y necrofilia. Y puesto que no hay más instinto que el de la supervivencia, no existe lamentablemente eso que la sociedad llama instinto maternal, ni tampoco para el caso el paternal, o bien existen como parte de nuestra pulsión primaria de perpetuarnos, pulsión que parece tener una ventana de oportunidad, ciertos años en la vida de los seres humanos en los que tener hijos y convertirse así en madres y padres se vuelve imperativo biológico, emocional y psíquico. Paralelamente – y contraponiéndose – a este imperioso y hasta tiránico deseo, ha existido desde siempre la volición de no procrear, la decisión consciente o inconsciente de evadir las despóticas necesidades de la evolución, la disposición lúcida de salirse de los cánones socialmente prescritos, aceptados y desde luego estimulados de traer hijos a este mundo. Tal decisión, que es a la vez muchas cosas más: una ventaja, una desventaja, un estigma, una diferencia, una excepción a la regla, ha existido desde siempre, ya que los métodos para evitar el embarazo se remontan a los albores de la humanidad. Desde la antigüedad, las mujeres sabían que el fluído mágico que entraba a su cuerpo durante el acto sexual tenía algo que ver con la procreación, y mucho antes de que aquel holandés inventara el microscopio y vislumbrara unos inquietos bichitos llamados espermatozoides, ya había métodos para bloquearles el paso. Pero más allá de una larga disquisición que no viene a cuento, la que esto escribe reconoce que no podría hacerlo si sus padres no hubieran dado curso al placentero imperativo del que hablábamos, y si bien por decisión propia, que ha tenido su precio, costo, recompensas, prerrogativas y detrimentos, no es madre, con humildad honra y agradece a la suya el valor de jugarse la vida para dar la vida…

miércoles, 2 de mayo de 2012

Réquiem. Noticias del Trópico 58

El newsletter de Lorenzia, año 14, núm. 58, 2 de mayo, 2012. http://noticiasdeltropico-lorenzia3.blogspot.com/ Anoche escuché por primera vez que en Betania Jesús lloró la muerte de su amigo Lázaro. También por primera vez oí rezar una plegaria por el salvaje asesino que siega con lujo de crueldad una vida y nos confronta con la muerte de forma súbita y tan cercana que cimbra, confunde y aturde. No sé. Quizá la muerte no es algo que nos espera al final de la vida, sino que la vida es únicamente un interludio, un breve paréntesis de la muerte. Independientemente de si creemos en una existencia eterna en el más allá, o en una perpetua rueda de repeticiones y reencarnaciones, o en que fuera de esta realidad ya no hay nada más, me queda claro que la vida es única e irrepetible, una joya preciosa y frágil, una copa para beberse y disfrutarse hasta el fondo, que existe en el único lugar en el que puede existir, o sea, en el presente tangible, que no debe ser desperdiciada en preocupaciones estúpidas ni angustias por pequeñeces, ni pérdidas de tiempo ni postergaciones, y menos en un México acribillado, inseguro, temeroso e incierto como el que nos ha tocado vivir, un México de violencia mezquina y desmedida que hoy azotó y echó abajo nuestra puerta. Rosario: te queremos mucho. Estás y estarás siempre en nuestros pensamientos, en nuestros recuerdos y en nuestro corazón.

lunes, 9 de abril de 2012

Volar. Noticias del Trópico N° 57.

El newsletter de Lorenzia, año 14, núm. 57, 9 de abril, 2012.
http://noticiasdeltropico-lorenzia3.blogspot.com/

Volar

Volar requiere en mí de un estado paradójico de nerviosa anestesia, única defensa contra la incertidumbre y la mala gana con la que abordo un avión. Sólo en tales ocasiones he compartido un gesto con un santo padre; sólo un mero gesto, ninguna de sus causas, motivaciones, simbolismos ni propósitos: al bajar de un avión, mentalmente me arrodillo en un acto pagano y beso a Gaia, feliz y aliviada de haber sido restituida y devuelta una vez más a mi terreno elemento.

En Cancún, de camino al aeropuerto nos sale repentinamente al paso, a la altura de mis ojos, la parte delantera y amarilla de un soberbio tráiler completamente ajeno e ignorante del peligro. Lo libramos por los 80 micrómetros que, dicen, mide en promedio el diámetro de un pelo. El taxista se queda lívido. Yo, maravillada de sus reflejos.

El vuelo, que transcurre tranquilo y agradable, termina conforme nos aproximamos a la Ciudad de México. La llegada a esta inmensa cicatriz en el paisaje siempre es violenta, y esta vez, a punto de aterrizar, el avión se eleva súbitamente forzando motores y de nuevo aparecemos flotando en la baba gris que cuelga sobre el valle. El piloto explica que había otra nave en la pista…

Dos roces con La Posibilidad me dejan aún más vital y vibrante de lo que me he sentido últimamente. Al parecer, hoy no toca nuestra cita en Samarra.

El Ombligo del Mundo me recibe como acostumbra, mostrando su rostro bestial. Sé que esconde celosamente, bajo una capa de dura indiferencia, el alma de mi tierra; y sé que ésta aparecerá a chispazos en estos próximos días, dilapidada y eterna. Un mar de jacarandas en flor dispersa por todos los rincones el desorden y alivia el estruendo. Invisibles a fuerza de mimetismo y de costumbre, pasan quizá inadvertidas para los habitantes de este lugar, los sentidos continuamente bajo asalto, la percepción en exceso aguijoneada. Yo, en cambio, veo a mi ciudad con ojos de extranjera.

Existen muchas formas de volar. La familia se reúne a desayunar en el San Ángel Inn y yo vuelo al pasado, a un lugar favorito donde comí y cené muchas veces con mis padres. Seis niñas y dos niños, la cuarta generación presente a la mesa, cabellos rubios por aquí, ojos azules por allá, una expresión, una sonrisa, un gesto, una mirada, remontan mi vuelo en un ir y venir hacia rostros queridos ausentes y tan presentes, al mismo tiempo, en estos pequeños fragmentos maravilla de la genética.

Por la tarde voy al teatro. Casa llena, pues actúan Demián Bichir y Ana de la Reguera. La obra, que no vale gran cosa, se salva tan sólo por el poder de Demián Bichir en el escenario. Actúa insolente, magnífico, divertido, desde la seguridad y el sentido del humor; dueño absoluto del único personaje congruente, se echa al público al bolsillo, seduce, se lleva de calle al resto de los actores, te lo quieres comer.

Nunca me he descrito como una mujer impetuosa. En la imagen que me creo de mi misma no caben los arrebatos. Y sin embargo, podría si quisiera contar mi vida de arranque en arranque, de impulso en impulso, en raptos, llamaradas y precipitaciones. Sin ir más lejos, hoy Domingo de Ramos mis dedos vuelan sobre el teclado movidos por un potente acicate y la instigación de un texto. O de varios, todos abiertos e impacientes por que les llegue el turno. Me vienen las ideas entremezcladas y volando con claras intenciones, mientras mis alas se ejercitan flexionando y estirando sus cartílagos. He descubierto que si bien escribir es una función y habilidad localizada en un lugar específico del cerebro, no provienen del mismo sitio las motivaciones ni los estímulos. El esquema mental es múltiple y a veces ni siquiera es mental. No es lo mismo dejarme ir en el impulso profundo del oleaje salvaje que me quema, que internarme en los signos cifrados de lo académico y completar ¡por fin! el borrador final - sujeto aún a cientos de cambios - de un capítulo disertante que me había costado muchas horas de bloqueos, vacíos y franca resistencia.

Alterno rachas febriles de escritura con otras similares en una elíptica, aparato que se antoja frágil y rudimentario en comparación con el que tengo en casa, pero que funciona de maravilla y demanda implacable el equilibrio de cada vértebra, la fuerza de las piernas, la conciencia de los pulmones, mientras regala alegría al músculo cardíaco. Una acometida masiva de endorfinas combinada con una flamante sobredosis dopamínica. Quizá así, al-químicamente, se explique todo este volar…

En días subsiguientes, la ciudad me muestra una nueva faz: gourmet, gastronómica, del buen y variado comer. Una ciudad rebosante de epicúreos que no temen los desafíos aunque no logren la ataraxia. Sus calles vacías la tornan casi agradable.

Llegar a Cuernavaca es como retornar a un puerto conocido y bienamado. No importan el caos ni los cambios. Es el lugar de mis más antiguos recuerdos de infancia; es árboles, cuestas, barrancas, calles como meandros, montañas lejanas, bardas cubiertas de enredaderas en flor, campanas al vuelo, cigarras que le cantan a la lluvia, pájaros negros, tormentas nocturnas, calor. Aquí mi corazón resuena y late consciente y acompañado. Tepoztlán, en cambio, es magia querellante. Mucha, demasiada tierra, claustrofóbica cercanía de cerros, inquietud a pesar de que hace años hicimos las paces… En Santiago Tepetlapa, la Pascua de la Resurrección no es más ni es menos que el vuelo de huevos de colores escondidos en el jardín, una tradición familiar que se resiste a desaparecer. La Luna Llena del Viernes Santo, espectacular en su brillantez y redonda perfección, domina un crepúsculo lleno de significados y portentos.

Amanecí recordando que hace un año iniciaba yo la aventura del Camino de Santiago. Hasta hoy sigo recibiendo señales cifradas en flechas amarillas, retos que parecen físicos y desembocan en espíritu. Más que nunca, los doscientos y pico kilómetros recorridos a pie en 12 etapas y 14 días me empoderan con la conciencia de una proeza que, desde entonces, me asegura capaz de lograr lo que me proponga... si realmente, sólo por hoy, quiero proponérmelo…

Mañana volaré de regreso a casa, felizmente recargada la pila de la energía familiar y renovados los más entrañables cariños de la amistad. Volaré con añoranzas convertidas en pulsaciones y potencias, en un aparato diseñado expresamente para ello, con altas probabilidades de éxito y sin embargo mortificada por las mismas desazones que comparten Ícaros y papalotes.

Volar… Sí, es bonito. A las dos de la mañana y en confraternidad con las brujas.

(Un regalo: http://www.youtube.com/watch?v=9pT4Q5piexc )

jueves, 5 de enero de 2012

El Año del Dragón. Noticias del Trópico N° 56

NOTICIAS DEL TRÓPICO
El newsletter de Lorenzia, año 14, núm. 56, 6 de enero, 2012.

El Año del Dragón

En este 2012, el mundo no sólo no se va a acabar. ¡No se puede acabar! Van a ocurrir demasiadas cosas trascendentales y estaremos, en algunos casos, en primera fila para observarlas, gozarlas y probablemente padecerlas.

La dirigencia de varios países cambiará. Se elegirán presidentes en Rusia, Francia, Estados Unidos, Kenia, la India (que dicho sea de paso es la mayor democracia del mundo) y, desde luego, México. Al mismo tiempo, Dinamarca será la nueva líder de la Unión Europea, Estados Unidos del Grupo de los 8 y la Reina Isabel II festejará su jubileo diamantino: nada menos que 60 años en el trono de la Gran Bretaña.

También cambiarán senados, congresos y asambleas en otros tantos lugares, como Irán, Corea del Sur, Tailandia, China, Lituania, Rusia y México, y se promulgarán nuevas constituciones en Turquía y Hungría. Se reunirán numerosas cumbres: la de las Américas en Colombia, la Liga Árabe en Bagdad, el G8 en Chicago, el Movimiento de Países No Alineados en Irán, el G20 en Los Cabos, y en Río de Janeiro la que marcará el 20° aniversario de la primera Cumbre de Río. El 2012 ha sido declarado el Año Internacional de las Cooperativas, en un esfuerzo por enlazar la viabilidad económica con la responsabilidad social.

Los fans del deporte flotarán en un paraíso de endorfinas cuando Londres reciba al mundo durante los XXX Juegos Olímpicos, la Olimpiada Cultural y los Juegos Paralímpicos, y no digamos cuando Japón abra sus puertas como sede de la Copa Mundial de Futbol y Corea del Sur hospede a los participantes de la Expo 2012, con todo el impacto cultural y económico que conlleva. En particular me impresiona la Regata Vendée Globe, donde se revelarán las destrezas de aquellos intrépidos marinos que, en la soledad de su velero, sin asistencia ni comunicación externa, y sin hacer escala alguna hasta el final de la competencia, circunnavegarán el globo.

A la par que Bambi cumple 7 décadas, rememoraremos el medio siglo transcurrido desde la muerte trágica de Marilyn Monroe. Los fans de Apple aplaudirán los cinco añitos de vida del iPhone y junto con el resto del mundo recordaremos los 20 años del primer mensaje de texto. Sí, efectivamente, los mensajes SMS que a diario enviamos y recibimos por el celular. Por cierto, la primera y muy original frase texteada fue “Feliz Navidad”.

En el 2012 evocaremos varios centenarios célebres: el hundimiento del Titanic, el primer salto en paracaídas desde un avión y la muerte de Bram Stoker, autor de Drácula. No faltarán los bicentenarios, como el del nacimiento de Charles Dickens; y hasta tendremos un pentacentenario: el de los frescos pintados por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.

Ocurrirán por primera vez otras curiosidades. Por ejemplo, veremos cajetillas de cigarros ilustradas con fumadores exhalando humo por un agujero en la garganta; el famoso Rally de Dakar conservará su nombre, pero ahora se correrá en Argentina, Chile y Perú en vez del Senegal; los DVDs de Toy Story, Piratas del Caribe y otros productos Disney saldrán a la venta en China; el Parlamento europeo lanzará el “Año del Envejecimiento Activo” para promover la armonía intergeneracional; y en Finlandia será legal el matrimonio gay.

Los pesimistas predicen (como cada año) un terremoto de proporciones apocalípticas en la costa americana del Pacífico, y para el Caribe, un montón de huracanes de categorías desafiantes (también como cada año). Quizá sí le atinen a la desaparición de la OEA. Otras cosas no provienen de pitonisas sino de Casandras: la creciente virulencia del descontento social o la ponchadura de esa “burbuja costosa” que, dicen, es la educación superior. Sin necesidad de especular, seguramente el mundo se polarizará aún más y sus peores lacras continuarán existiendo a la par, por fortuna, de sus contrapartes y contrapesos: conciencia, activismo, compromiso, responsabilidad, creatividad, granitos de arena individuales. Al menos la IBM se pondrá a tono con los tiempos eligiendo a una mujer, Virginia Rometty, como su CEO.

Y en la música seguiremos disfrutando, espero que por mucho tiempo, del Rock y de otros géneros, si bien Aretha Franklin, Paul McCartney, Brian Wilson, Bob Dylan, Paul Simon y Neil Diamond, cumplirán 70 años y Leonard Cohen, 77. Con emoción celebraremos el cincuentenario del primer sencillo de los Beatles, el primer álbum de Bob Dylan y la primera tocada de los Rolling Stones.

Todos los años ocurren cosas, por supuesto, pero no me negarán que el 2012 va a estar especialmente divertido, dramático, intenso. El mundo no se va a acabar, pero ya nunca será el mismo. Según los expertos, el Año del Dragón, ese ser mítico y maravilloso que puebla las cuevas de la antigua Europa, las montañas chinas y hasta los cielos del Mayab en su versión de serpiente emplumada, será signo de salud y abundancia. Tal es mi deseo para tod@s.