lunes, 28 de noviembre de 2011

Conozco a una mujer (en memoria de las Mariposas) Noticias del Trópico N° 53

NOTICIAS DEL TRÓPICO
El newsletter de Lorenzia, año 13, núm. 53, 28 de noviembre, 2011.
http://noticiasdeltropico-lorenzia3.blogspot.com/

Conozco a una mujer (en memoria de las Mariposas)

Conozco a una mujer nacida en Las Lomas, otra en la colonia Doctores, otra en Acapulco, otra en Caborca, otra en Mérida, otra en Tuxpan, otra en San Cristóbal, otra en el barrio de San Andrés Mixquic, otra en Los Mochis, otra en una hacienda de Morelos, otra en una ranchería sin nombre.

Conozco a una mujer cuyo marido, borracho de alcohol y de celos, la amenazó con romperle una botella de tequila en la cara.
Conozco a una mujer cuyo novio no la baja de estúpida e incompetente frente a propios y extraños.
Conozco a una mujer que, tras de haber sido hostilizada verbal y físicamente durante años, cuando finalmente le dijo al marido que se iba, éste, loco de rabia e impotencia, la mató de un tiro y luego se metió otro en la sien, dejando huérfanos a 3 niños.
Conozco a una mujer cuyo socio en el trabajo y amante en la cama la humilla, la patea y luego se la coge a la fuerza.
Conozco a una mujer cuyo marido se la robó a los 14 años y a punta de pistola forzó a sus padres a consentir el casamiento; que fue como su esclava durante los siguientes 40 años y que ahora, como una autómata, se pregunta si lo odia o no.
Conozco a una mujer cuyo marido la callaba y la avergonzaba en público porque era más inteligente que él.
Conozco a una mujer a quien su marido, en accesos de cólera y celos, la envilecía y le desgarraba la ropa delante de sus 4 hijos, cosa que ella aguantó paciente hasta enviudar.
Conozco a una mujer de 60 años, cuyo marido alcoholizado la golpea hasta dejarla tirada en el suelo inconsciente.
Conozco a una mujer cuyo marido la amenaza con quitarle a sus 3 hijos si se le ocurre abandonarlo.
Conozco a una mujer forzada por su familia a casarse a los 16 años con un desconocido y que cuando finalmente lo abandonó, se quedó en la calle porque hasta sus propios bienes y herencia familiar estaban a nombre de él.
Conozco a una mujer cuyo marido, enfermo de celos, la marcó con sus iniciales en las nalgas como a una res.

Conozco a una enfermera y a un médico, a una licenciada en administración de empresas y a un comerciante, a un ama de casa y a un albañil, a una pianista y a un dentista, a una empresaria y a un abogado, a una socióloga y a un publicista, a una secretaria y a un chofer, a una maestra de secundaria y a un biólogo, a una intendente de limpieza y a un herrero, a una escritora y a un director de un instituto, a una hija de familia y a un político en ciernes.

Y me pregunto, cuando veo a hombres y mujeres caminando por la calle, haciendo cola en el supermercado, entrando al cine, esperando el autobús, brindando en un bar, paseando por el parque, corriendo bajo la lluvia, cuántos de ellos le han dado un empujón, un golpe, una cachetada, una patada, un puñetazo a su pareja; cuántos de ellos han utilizado una botella, un palo, un zapato, una toalla mojada, un bat, un cinturón; cuántos de ellos han insultado, humillado, encerrado, prohibido, amenazado, herido, violado a su mujer; cuántas de ellas esperan, perdonan, aguantan, se culpan, se paralizan, huyen, son encontradas, murieron en el intento o lograron liberarse.

Me pregunto a mí misma, porque conozco mi historia.
Conozco a la mujer que fui.
Conozco a esta mujer que ahora soy.

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